Por Tessa Galeana
Yadira del Mar, cada vez se encuentra más cerca de las letras poéticas que nos llenan el alma, que nos reflejan la realidad con una forma dulce, tierna, radical y muy amorosa, pero sin perder de vista las necesidades de las mujeres que cargan en la cuerpa un estigma específico y que siguen luchando en este sistema para permanecer en existencia.
Acá les dejo esta entrevista con la maravillosa Yadira del Mar, poeta lesbofeminista.

Cuéntanos de tu contexto y realidad respecto al feminismo
Soy indígena, lesbiana, enferma, gorda, muchas opresiones por resolver, dentro del feminismo sigo el lesbofeminismo, tratando de hacer redes, doy talleres, soy perito social autónoma, y también hago poesía.
¿Cómo ha sido tu vivencia en el feminismo como poeta?
Escribir me ha salvado de muchísimas maneras, poder acercarme a más mujeres gracias a la poesía también ha sido un puente entre el feminismo y yo, en los textos he plasmado vivencias en torno a múltiples temas, pero, sobre todo, mis posturas políticas. Pienso que la poesía, más allá de decirse universal, es un acto político, al escribir sobre mi amor por otra mujer y dejar en claro que escribo por y para nosotras, me ha dado también la oportunidad de conectar con otras feministas.
¿Por qué lesbofeminista y no feminista comunitaria?
Ese ha sido un cuestionamiento constante, primero porque claro, nunca he negado mi identidad indígena, pero tampoco niego que al interior de la comunidad se dan casos de violencia y lesbo-odio, y comparto luchas comunitarias por temas que tienen que ver con el racismo, la defensa del territorio, pero no puedo tener comunidad con varones que, aunque indígenas, me han negado la existencia. Dentro del lesbofeminismo encontré aliadas, mujeres que han aportado a mi vida, porque el lesbofeminismo nace desde la visión de recuperar nuestros territorios, el principal, nuestra cuerpa y nuestra vida, nace desde ya no permitir al colonizador conquistar nuestra libertad. Y también creo que, se siguen esperando ciertos comportamientos de nosotras, las indígenas, y no nos ven más que como Feministas comunitarias, pero en realidad estamos en todos lados.

¿Qué representa tu obra “Hierbas para la tristeza”?
Ha sido un testimonio vivo de la sabiduría de las mujeres de mi familia y un ejercicio para contar mi proceso de sanación, también lo veo como un acto político. El sistema nos quiere calladas, solas, tristes, pero nos damos cuenta que no, no necesitamos ni vamos a cargar con todo lo que se han encargado de ponernos sobre la espalda. También representa un acto de sanación para mí mamá que finalmente pudo hablar del feminicidio de mi abuela, los reencontró con nosotras mismas.
¿Cómo ha cargado tu cuerpa la discriminación?
Primero, en esta herencia colonial de la vergüenza por mí raíz, esconderme mucho tiempo, pelearme con el metate, con el comixcal, con todo lo que representaba ser zapoteca, la negación, en esconderme detrás de ropa que jamás había usado, y otras veces en tratar de no ocupar espacio, en achicar la cuerpa, en no hablar por miedo a mi acento, en maquillarme tonos más claros, mi cuerpa disfrazada.
¿Qué opinas del separatismo?
Muy necesario y sé que no es posible no relacionarnos todo el tiempo con varones, porque están en el trabajo, en la casa, pero sí creo en ese potencial político de espacios de mujeres, en priorizarnos, por ejemplo, si yo necesito quién arregle mis tuberías, prefiero buscar a una mujer plomera, primero nosotras y no tengamos miedo de espacios solo nuestros.
¿La escritura es sanadora para ti?
Infinitamente, ha estado presente desde la adolescencia en mi vida me ha acompañado en procesos sumamente dolorosos, pero clarificantes, ha sido un alivio en momentos de tensión, la escritura me sigue salvando la vida.

¿Qué te interesa resolver en estos tiempos?
Personalmente me gustaría resolver tantas complicaciones de salud, allá afuera hace un patriarcado y un capitalismo voraz que nos pone en jaque a todas, muchas cosas por resolver, las violencias, los feminicidios, la falta de ternura, a veces hasta en nosotras al disentir, urge una ternura radical para enfrentar al sistema que nos tiene cansadas todo el tiempo.
¿Cómo sanas en comunidad?
Aquí sí rescato muchísimo la máxima del feminismo comunitario, porque es así: sí sano yo, sanas tú y sanamos todas.
Sanar en comunidad, pero con mujeres solamente, porque somos las que mayormente cargamos todo, es crear espacios de confianza, de amor, de ternura, de escucha de contención, cuidarnos entre nosotras, poner a la disposición de todas el conocimiento porque es comunitario no le pertenece a nadie, es volver a cada una de nosotras, habitarnos y sentipensarnos.
¿Quieres decirle algo a las mujeres?
Estar tristes no es una condena, no estamos destinadas a ser infelices, podemos sanar las heridas que otros han puesto sobre nosotras, busquen redes de mujeres, ahí está la sanación.
#SomosLuna