Por Tessa Galeana
El cine es el séptimo arte, una forma de recrear historias, mundos y personajes fuera de serie, nos adentra en épocas a las que no pudimos tener acceso, nos permite idealizar una vida, crear fantasías y sueños. Hay una parte de este séptimo arte que ayuda a tomar consciencia, se trata del cine documental, que se distingue por manejar sucesos reales, con presentación de entrevistas y relatos de primera mano, ya sea de las víctimas, familiares y/o personas involucradas, además contiene imágenes que complementan los hechos. El cine documental, es una representación gráfica de los sucesos impactantes en la sociedad y a partir de una propuesta audiovisual son visibilizados, ya sea como una forma de protesta o de resistencia.
Sin embargo, el cine documental tiene menor audiencia, por la crudeza que este representa en algunos casos, como el documental que Netflix estrenó recientemente: “Las tres muertes de Marisela Escobedo”(2020), en el cual se nos presenta la impunidad y la corrupción existente en el gobierno de Ciudad Juárez para contener la violencia feminicida y que llevó no solo a la muerte de Rubí Frayre, hija de Marisela, sino también al asesinato de Marisela.
Hay mujeres que forman parte de este mundo del cine, como Carime Esquiliano, Cineasta mexicana, quien nos platica un poco más sobre el mundo del cine documental:
Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria, proyectos y vivencias como cineasta.

Todos quienes que nos dedicamos a esto, tenemos una película que marcó una diferencia en nuestras vidas y que gracias a ella tomamos la decisión de hacer cine. Para mí, ese momento llegó por ahí de mis 17 años, al mismo tiempo descubrí un cine club llamado Film Club Café, donde pasé varios años de mi vida, fue mi primera y más preciada escuela de cine, ahí conocí el mejor y más trascendente cine mundial de la historia. Estudié Comunicación en la Universidad Iberoamericana, en la especialidad de cine.
Para titularme me pedían elaborar un proyecto práctico, es decir, un cortometraje, por lo que decidí participar en cuatro cortometrajes de titulación, pues no vi mejor momento y oportunidad para tropezar, caer y aprender sobre el quehacer cinematográfico. Después de graduarme devino el gran limbo existencial de no saber qué hacer ni para dónde darle en la vida; de lo único que estaba segura es que debía moverme y no dejar de hacerlo hasta encontrar ‘algo’; entonces, estudié un diplomado en teoría y análisis cinematográfico impartido por la Universidad Autónoma Metropolitana, en convenio con la Cineteca Nacional, impartido en las instalaciones de esta última.
He colaborado en distribuidoras de cine como Piano o ND Mantarraya y en casas productoras como Ring, Varios Lobos o Bengala, me he desenvuelto en gran medida como freelance de proyectos audiovisuales, siempre dentro del departamento de producción; he participado en comerciales, videoclips y largometrajes. Por algún tiempo también me formé en la crítica de cine, publiqué en un sitio web de manera semanal sobre películas activas en carteleras del momento.
Desde hace tres años trabajo en una postproductora de audio y, al mismo tiempo, en una casa productora de películas donde hago de todo, es decir, hago producción de cine. De manera personal, estoy creándome carrera fungiendo como productora en la que he producido algunos cortometrajes y sobre la cual aspiro, a largo plazo, convertir en largometrajes.
El cine documental visibiliza la realidad de las mujeres en todo el mundo ¿En México hay apoyo al cine documental?
No puedo decir que no lo haya, pero ciertamente es un apoyo selectivo. Uno de los grandes problemas de la industria del cine mexicano (no solamente hacia el documental) es que vivimos con la errónea idea de que podemos aspirar a construirnos como Hollywood lo ha hecho, eso es imposible, tan sólo por la cuestión cronológica de que ellos llevan operando desde hace décadas, entre muchos otros factores, por supuesto.
En México, al no ser una industria que se sostiene por si sola, la manera en la que conseguimos financiamiento para proyectos cinematográficos, en su mayoría, es aplicando a cansadas convocatorias burocráticas del Estado, es la única manera que hemos conseguido para poder crear y, a la vez, ha sido también la vía de hacerle saber al Estado sobre el ‘hambre’ que existe en los creadores para llevar el cine a su realización. Si revisamos los anuarios estadísticos del IMCINE de los últimos diez años, podemos observar que la inclinación de las recientes generaciones hacia el proceso creativo del cine ha ido en aumento y que la consecuencia ha derivado en más producción de películas. Pero, ¿cuántas de todas estas películas producidas anualmente ven la luz y se estrenan en cartelera? Más aún ¿cuántas de las que llegan a cartelera son vistas? Esas son otras historias. Otra circunstancia, no podría no mencionarlo, es que al momento de querer ejecutar un filme, la tendencia siempre apunta más hacia la ficción, por lo que a pesar de que sí hay un apoyo (limitado) en México hacia el cine, a veces la categoría del documental es poco producida por falta de interés de los mismos cineastas y productores, son pocos los que se atreven a abordar esta categoría.
¿Por qué hay muy poca visibilidad del cine documental mexicano?
De entrada, me parece real y manifiesta la tendencia ‘malinchista’ de los mexicanos para consumir productos locales, incluso existe un profundo prejuicio sobre que si hay una película mexicana en cartelera, será la última opción del espectador. Esto es sumamente llamativo, considerando que a nivel internacional el cine mexicano contemporáneo es apreciado entre los mejores del mundo.
En un segundo plano también tiene que ver la preferencia del cine documental por presentar historias de denuncia, gran parte de la concepción mexicana sobre lo que es el cine es que “debe de ser” una actividad meramente de entretenimiento; tengo un sinfín de conocidos y allegados que no ven cine documental porque la mayoría de ocasiones es un cine difícil, incómodo, que desestabiliza emocionalmente al espectador ¿No es eso precisamente lo que nos hace generar consciencia? A lo largo de mi vida me han repetido hasta el cansancio la frase (o variaciones de) “yo voy al cine a disfrutar, a pasarla bien, no voy a sufrir”, y no lo voy a negar, muchas veces el cine documental nos hace pasar un mal trago, sin duda; esta es precisamente su importancia y en gran medida parte de su valor. Para mí el cine documental de denuncia es una manera de despojarnos del privilegio y la indiferencia y de desarrollar empatía hacia la historia que estoy viendo, es sacarnos (aunque sea a la fuerza) de nuestra individualidad y hacernos entender que las historias de las oprimidas y violentadas son las historias de todas.
Finalmente un tercer factor, más pragmático me parece, es la escasez mercadológica al momento de anunciar una película documental mexicana, esto sucede, sin dudarlo, por cuestiones presupuestales en su distribución y también por una excesiva oferta de películas en donde al final del día, como consumidores, ya no sabemos qué elegir ver de entre tantas opciones que hay.
¿Qué hace falta para que las mujeres cineastas tengan más apertura en el cine documental?
Que quieran hacerlo. La fuerza que tenemos las mujeres es imparable y es importante que todas lo sepan, la mujer que quiera hacer cine documental en México lo va a conseguir. La gran ventaja que tiene el cine documental sobre el de animación o el de ficción, es que es considerablemente más económico de realizarse, por lo que el presupuesto es pocas veces un pretexto para no hacer una película documental; alcanzar esta determinación conlleva, por supuesto, a la confrontación del sistema gubernamental mexicano y la muy masculina industria del cine nacional.
La gestación de una película de ficción es un proceso arduo, largo, que requiere mucha energía, y la gestación de una película documental lo puede llegar a ser más, se necesita tener una visión crítica muy exquisita durante el montaje para saber elegir con destreza qué partes de todo el material filmado valen realmente la pena quedarse en el corte final de la película y qué partes no.
¿Cuál documental sobre la realidad de las mujeres te ha impactado más?
Tendría que elegir Mi vida dentro (2007) dirigido por Lucía Gajá, yo era muy joven cuando lo vi, tenía 18 años, me pasó que, racional y emocionalmente, una parte de mí entendía la historia que estaba viendo en pantalla de Rosa Jiménez, pero otra parte de mí, sin realmente comprender del todo por qué, entró en jaque por completo. Ha sido una película que me abrió los ojos sobre que hay algo muy mal y podrido en la sociedad y en los nexos México-Estados Unidos que a la fecha sigue presente. Cuando el documental de denuncia está bien logrado, la invitación a la reflexión y a la indignación es inevitable.
¿Crees que existe una romantización sobre los feminicidios al momento de hacer un documental sobre esto?
En todo proceso creativo hay riesgos y peligros, en relación a lo que el creador quiere transmitir con su obra. Una de las características que hace al documental serlo, es su pretensión de alcanzar objetividad, es difícil, por supuesto, sobre todo cuando el trabajo es sobre temas tan complejos que nos atraviesan, parte del proceso necesita ser lo más objetiva posible en aras de que el documental sea uno sólido. Esto se consigue entrevistando y consiguiendo material de los otros involucrados en los crímenes, voy a mencionar un ejemplo, el documental de Las tres muertes de Marisela Escobedo (2020), es algo que hace de manera brillante cuando entrevista, entre otros ex funcionarios del gobierno, a Patricia González, Procuradora del Estado de Chihuahua (2004 – 2010). Este tipo de testimonios aperturan las perspectivas del documental, con esta pregunta pienso de repente en la interpretación que hace Rita Segato en relación a los feminicidas, el espectáculo de la impunidad y la lógica detrás, Segato aboga que el problema del feminicidio no es un problema de impunidad per se, ya que éste más bien es exhibido al momento de que se comete el crimen. El feminicida es entonces un exhibicionista que está comunicando algo: “El mensaje que manda a través del cuerpo de las mujeres es el de supremacía, soberanía territorial, de poder jurisdiccional” (Extracto de la entrevista a Rita Segato para el programa Historias debidas del Canal Encuentro).
Darle el peso necesario al trabajo previo de investigación por medio del estudio, lecturas y demás material, aunado a la entrevistas de los otros es vital para eludir la romantización.
Por último ¿Qué te mueve como mujer cineasta para hacer un documental?
Las historias son importantes, las historias crean la memoria histórica de nuestro país, nuestra identidad misma es una historia. Todas las historias de injusticia que no salen a la luz en este país también son importantes, poder visibilizar al menos una de ellas es un paso adelante, primero para la lucha feminista y segundo, para la manera en la que se va permeando la historia contemporánea de nuestra sociedad. Adicional a eso, para mí hay un compromiso hacia el quehacer cinematográfico por todo lo que soy: soy mujer, feminista, mexicana, latina, hija, hermana, comunicóloga y muy pero muy cinéfila. Son todas estas condiciones las que no me permiten dejar de lado, ni ser indiferente hacia lo que acontece en mi país.
<< Fin entrevista>>
A continuación te presento los documentales que me recomendó Carime, sobre temas de feminicidios y realidades que viven mujeres mexicanas. Estos documentales tienen un contenido frío, duro, como mujer es difícil verlos sin sentir miedo, frustración, impotencia, tristeza y dolor al mirar la realidad de las mujeres en México, al saber que todas las violencias a las que somos expuestas conllevan a desaparecer o dejar de existir, por el control de los hombres, además de la inexistente seguridad hacia nosotras.
Te comparto los enlaces en donde puedes verlos y juzgar por ti misma su contenido:
Señorita Extraviada – Lourdes Portillo (2001)
Largometraje documental que se enfoca en la ineficiencia de las autoridades de Ciudad Juárez para resolver los casos de feminicidios. De manera cronológica, nos presenta las incongruencias al momento de detener a supuestos culpables, así como los nexos que tienen los cuerpos policiacos con el narcotráfico. Hace una relación completa de patrones que llevan a descubrir mentiras fabricadas sobre los casos, además de testimonios de mujeres que reflejan la crueldad y la poca seguridad que tienen en ese estado, con todo el sistema coludido para hacer uso del cuerpo de la mujer a su antojo y parece una burla a las familias que piden justicia.
Han pasado 19 años de que Lourdes Portillo realizó el documental y aún se sigue viendo la ineficiencia de las autoridades, realmente queda un enorme vacío de saber que las cosas no han tenido cambios significativos que beneficien a las mujeres.
Bajo Juárez: la ciudad devorando a sus hijas – Alejandra Sánchez, José Antonio Cordero (2006)
Enfocado a visibilizar el caso de Lilia Alejandra García Andrade, trabajadora en una maquila, madre de dos infantes, asesinada, mutilada, torturada y violada, un crimen que ilustra lo organizados que están los feminicidios y también ilustra el grado de indolencia e indiferencia de las autoridades, en el período que Vicente Fox Quezada fungió como Presidente de la República.
Una visión de ciudad Juárez, abordada desde la realidad de una ciudad que atrae a las jóvenes de otros estados para trabajar en las maquilas, así como la investigación de Diana Washington, autora del libro “Cosecha de mujeres; safari en el desierto mexicano”, quien ha presentado una investigación más consistente sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, que hace la conexión con los asesinatos, encontrando los patrones específicos en los feminicidios.
Sin olvidar a las familias organizadas para exigir justicia, abuelas que se convierten en madres de las nietas y nietos víctimas de feminicidio, madres que siguen sin tener justicia, que brindan testimonios del armado de historias para encarcelar a personas inocentes por parte de las autoridades incompetentes, mientras que los verdaderos perpetradores se encuentran en libertad, entre los que se señala narcotraficantes y a hombres poderosos y ricos que cometen los crímenes de forma impune.
Mi vida adentro – Lucía Gajá (2009)
Este largometraje documental no habla del feminicidio, pero sí de una realidad que viven las mujeres que van a Estados Unidos persiguiendo el sueño americano; en particular habla del caso de Rosa Estela Olvera Jiménez, una mujer que se fue de casa a los 17 años como inmigrante a Austin, Texas, y en donde ella tenía la esperanza de poder tener una mejor vida, madre de una niña y un niño, quien nació en la cárcel y quien no puede ver a su madre por ser una presa de máxima seguridad, sin derecho a estudiar, ni visitas, ni llamadas.
Rosa es sentenciada a 99 años de cárcel por el homicidio del niño que se encontraba cuidando y quien murió por un accidente; Rosa es intimidada en el interrogatorio y al no tener un nivel de inglés avanzado, no sabía con exactitud lo que tenía que decir. Refleja el racismo y la discriminación que el sistema norteamericano ejerce a las mujeres mexicanas en los procesos que ellas no entienden bien cuáles son sus derechos, tampoco entienden los procesos legales.
Hija de una madre que vive en Ecatepec, México, sin recursos para poder ayudarla, con el dolor de saberla presa y no poder verla nunca más, mientras que cuida de su nieta y nieto, como si fuera ella su propia madre. El documental se lleva a cabo en la cárcel de Austin, Texas, durante el juicio de Rosa y denota la cruda realidad de las mujeres presas en otro país, en donde ellas tienen que cubrir condenas injustas.
Nosotras – Natalia Beristain (2019)
Este cortometraje contiene un mensaje muy potente, ya que invita a la reflexión, a mantener la resistencia entre mujeres y aborda los espectros que conjugan la violencia machista a través de testimonios de mujeres de Ciudad Juárez, Chihuahua y Ciudad de México. Visibiliza y reconoce la violencia feminicida como la máxima violencia hacia las mujeres, además de remarcar la impunidad con la que actúan las autoridades, pues podrían estar coludidas con la delincuencia organizada.
Además muestra perfectamente la forma en que el sistema patriarcal fomenta el machismo y la misoginia, enviando un mensaje invisible a los perpetradores de la violencia feminicida a través de mensajes transmitidos por figuras de la política, servidores públicos, medios de comunicación y sacerdotes, en los cuales se revictimiza a las mujeres y se solapan las acciones de los asesinos, agresores y violadores.
Adicional, te recomiendo el siguiente documental que encontré mientras realizaba mi búsqueda:
La herencia de las ausentes: el caso del campo algodonero – Andrea Alvarado (2013)
Es un cortometraje donde se abordan los ocho casos de mujeres encontradas cerca del campo algonodero, que se volvió emblemático y a partir del cual se evidencia la negligencia de la autoridad, visibilizando el patrón de impunidad permitido, así como la fabricación de historias de supuestos responsables de los brutales asesinatos, creando chivos expiatorios.
Los casos de Esmeralda Herrera (14 años), Laura Berenice Ramos (17 años) y Claudia Ivette Gonzáles (20 años), son llevados a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), consiguiendo que se dicte sentencia al Estado mexicano, por la violación de los Derechos Humanos.
A partir del caso del campo algodonero, se logra la tipificación penal del Feminicidio a nivel federal. La sentencia se convierte en la base argumentativa de las organizaciones de mujeres para presionar al Estado.
Aunque la mayoría de estos documentales son de hace años, la realidad de las mujeres en México sigue siendo cruda y difícil de sobrelleva, sin duda, es un material que es necesario seguir difundiendo para abrir brecha en la toma de consciencia y sobre todo, para seguir resistiendo en la lucha por nuestra seguridad y una vida digna.
<<Fin>>
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