El patriarcado y la educación machista
Por Tessa Galeana
Mucho se habla de la educación patriarcal señalando a las mujeres como principales educadoras, es decir, se les atribuye a las madres la educación de las hijas e hijos, colocándolas como las únicas personas que transmiten patrones de conducta machista y misógina. Sin embargo, para ir desmenuzando un poco el tema, necesitamos abordarlo desde el único eje que rige la educación, el sistema patriarcal. La intención de todo esto, es cuestionarnos si verdaderamente son las madres quienes fomentan el machismo en las hijas e hijos, o bien, es una coacción que ejercen los hombres con el fin de que las madres creen a las hijas e hijos sanos del patriarcado.
No hay un dato exacto que indique cuándo se instauró el patriarcado, ya que su origen depende de la zona geográfica, sin embargo, en sus orígenes, los hombres vieron la forma de ejercer el poder sobre las mujeres, surgieron mecanismos de dominación como la religión y la ciencia, que insertaban en la mente de las personas, esas supuestas diferencias que tenemos las mujeres y los hombres.

Es así que se le impuso a la mujer ser la educadora, pero no bajo el criterio de ser mujer, sino bajo el criterio de ser hombre. La educación que se le impuso fue bajo la lógica masculina, por eso a las mujeres se les educa para gustarle a los hombres, a buscar una pareja hombre, a formar una familia, a ser madres, o sea, nos educan como los hombres quieren que nos eduquen. A los hombres se les enseña a ser los patriarcas del hogar, de la sociedad y de las instituciones, a mirarse como seres superiores. A las mujeres nos imponen la culpa por ser mujeres y a los hombres se les impone el poder y la verdad.
Sí, las madres son quienes se encargan de la crianza de las hijas e hijos, pero en el fondo se encuentran los hombres educando, ya sea con conductas, con sometimiento, con poder, son ellos quienes nos han educado todo este tiempo, no nuestras madres, ya que ellas solo están replicando el modelo que todo el tiempo se les ha dicho que deben mantener, ese mismo modelo con el cual ellas fueron educadas, que generación tras generación ha sido implantado en la mente de las mujeres, porque para que el sistema patriarcal puede subsistir, es necesario tener herramientas que permitan la coacción de las personas.
Mucha de la historia, si no es que toda la historia de la humanidad ha sido escrita por los hombres, que precisamente ha servido para someter a las mujeres, han manipulado a su antojo muchas de las artes, las ciencias, todas las disciplinas que supuestamente solo el hombre puede llevar a cabo. Por mucho tiempo, a las mujeres se nos consideró débiles, se nos alimentó de forma desigual, se nos trató como si no tuviéramos raciocinio, sin embargo a los hombres se les generó la idea de que ellos comen más por ser más fuertes, que ellos son los únicos que tienen raciocinio y que esa fuerza, les da valentía y poder.
En nuestros días todavía hay hombres y mujeres que consideran esto como cierto, ven a la mujer como una persona frágil, inmadura, sin inteligencia e incapaz de formar parte de las disciplinas que solo eran consideradas para hombres.
Los claros ejemplos podemos verlos en las infancias, se les hipersexualiza, se les fomenta a relacionarse de tal manera que las niñas crean que está bien buscar “novios” y a los niños “novias”. Los bailes que, se supone, son de adultas y adultos, se les permite replicar, en el afán de normalizar movimientos sexuales, pero sabemos que las infancias no ven el mundo como las y los adultos lo vemos, sin embargo, se les empieza a insertar el morbo y la condición de disparidad. Esto también es parte de la educación machista, pues deviene directamente de los hombres y no de las mujeres.
Existen comunidades donde los padres venden a las hijas menores de edad, los hombres son quienes toman la decisión y quienes hacen el trato, la madre ni siquiera tiene voz y voto. Los hombres mayores, en primera instancia, consideran que están cuidando de las niñas, cuando en realidad solo la ven como pertenencia y quieren ejercer el control sobre ellas.

El patriarcado, además de usar herramientas físicas y psicológicas, hace uso del control a través de la economía, dejando esa parte de superioridad a los hombres, porque es más que obvio que ellos son los que llevan la mayor cantidad de dinero a la familia y son ellos quienes someten sus ideas y sus prácticas, porque la riqueza material implica el éxito de poder y control. Esto se fomenta, aunque las mujeres también salgan a trabajar y aporten dinero al hogar, pues ellas son las “obligadas” a seguir la crianza de las hijas e hijos, es a quien se le confirió, como si fuera la nana, el cuidado de las infancias, siempre replicando la manera de educar que los hombres quieren.
Es así que las madres, en muchos casos, se ven obligadas a decirle a las hijas e hijos frases como: “le voy a decir a tu papá cuando llegue del trabajo”, “si no te portas bien, le voy a decir a tu papá”, “a mí no me pidas permisos, dile a tu papá”. Frases que solo reflejan la incapacidad que sienten las madres para poder educar a las infancias, pero sobre todo, de que ellas creen que si el padre no da la última palabra, entonces no está educando bien. Es un hecho que los hombres deberían ejercer mejor su paternidad, que no debería existir ausencia de parte de ellos en la educación directa de las hijas e hijos, que no solo cuando “se portan mal” el padre debería involucrarse, pero esto demuestra que los hombres no sienten necesidad de hacerlo, porque su constructo les dice que ellos solo se dedican a llevar dinero a la casa y quienes están obligadas a replicar el sistema patriarcal, son las madres.
El patriarcado ha manipulado, controlado y ejercido poder generación tras generación, las madres solo sirven como marionetas, que replican el modelo que le conviene a los hombres. Por eso, que la ideología feminista se haya instaurado como un nuevo pensamiento y que permita a las mujeres modificar esas visiones y formas de vida, ha sido un puntapié para el sistema androcentrista, de nosotras depende que el modelo patriarcalizado se elimine y que nos sigamos cuestionando sobre las prácticas que fomentan la réplica del sistema patriarcal.
