Por Tessa Galeana
Las mujeres pasamos por diversos procesos, nuestros cuerpos se van amoldando de acuerdo a nuestra edad, nuestro órgano reproductor nos va dirigiendo a lo largo de nuestra vida. Primero, iniciamos con la menstruación, ciclo donde a través de un sangrado se desechan los óvulos que no fueron fecundados. El período menstrual, no necesariamente indica que una mujer es fértil, aunque se hacen los conteos necesarios para detectarlo, cada cuerpo es distinto, hay quienes inician su menstruación a muy temprana edad, entre los 7 y los 15 años.

La realidad es que muy pocas mujeres tienen consciencia de su menstruación, desde que inicia, la mayoría de las niñas y mujeres que menstrúan lo hacen sin siquiera comprender la cantidad de sangre que arrojan, las características de su período, debido a eso, se dan los embarazos no deseados, porque las mujeres no saben cuáles son sus días fértiles, además de la presión que sienten cuando un hombre las incita a tener relaciones sexuales.
A lo largo de la vida, las mujeres somos señaladas por no tener un cuidado adecuado sobre nuestros cuerpos, porque es más fácil echarnos la culpa, que hacerse responsable de las omisiones que los “profesionales de la salud” deberían informar y mantener actualizado. A nosotras se nos incita a parir por cesárea, a usar anticonceptivos que alteran los ciclos hormonales y a no hablar de la menstruación, porque se considera sucia e inapropiada para las vistas y oídos de los hombres. Pero hay algo de lo que pocas veces se habla y es así, porque a las mujeres, desde que nacemos, se nos considera un objeto, que cuando deja de funcionar, se nos estigmatiza todavía más; la menopausia es un proceso que llega con la vejez femenina y es considerada la inutilidad de la mujer una vez que se presenta, porque como dije, somos objetos y solo servimos para parir hijos e hijas.

Entre los cuarenta y cincuenta años, las mujeres comenzamos a tener una disminución natural de nuestras hormonas reproductivas, eso es la menopausia, aunque también hay estudios que indican que se puede dar de manera prematura. Los principales síntomas son las sequedad vaginal, el poco apetito sexual, irritabilidad, dolor durante las relaciones sexuales sudoraciones excesivas, fatiga y sin duda, la osteoporosis.
A las mujeres no se nos informa sobre este proceso, por lo que la mayoría de las veces, hasta que se presentan los síntomas, se acude a un profesional de la salud, que lo único que hace es enviar un tratamiento hormonal, para que las mujeres puedan vivir medianamente su vida con la menopausia.

Así como la violencia obstétrica está latente en las instituciones, la menopausia también es sinónimo de violencia psicológica, emocional y social, ya que se llega a ridiculizar a las mujeres y son señaladas de dramáticas, como si la menopausia fuera un sentimiento y no un proceso físico.
La menopausia entra en la categoría de los tabús que se les han enjaretado a las mujeres solo para ser hablados en privado y desde la intimidad, porque se habla desde la ignorancia y la falta de empatía de los médicos, que sí, la mayoría son hombres, para con las mujeres respecto a la menopausia.
Como muchas de las acciones en pro de la salud de las mujeres, desde el feminismo, se están creando espacios en los que a las mujeres adultas se les da contención para sobrellevar la vida, evitando que se les señale de dramáticas, depresivas, locas e histéricas.
El cuerpo de las mujeres es tan complejo y único a la vez, cada mujer es diversa y aunque los procesos son etapas que se tendrán que vivir en la vida de una, es importante hacerlo con atención y cuidado amoroso de mujeres que están dispuestas a brindarnos su acompañamiento, porque sea la etapa en la que nos encontremos, merecemos una vida de calidad y no tener repercusión negativa hacia nuestro cuerpo, porque solo nosotras podemos cuidarlo, de nosotras depende nuestra salud y es hora de ir aportando la información que necesitamos para estar preparadas en el momento que cada ciclo de vida nos llegue.
