Por Tessa Galeana
El feminismo se aborda desde cada zona geográfica, porque las realidades son distintas, es así que el feminismo comunitario encontró voces de las mujeres en el Abya Yala, como nombran al territorio que comprende Latinoamérica. Las voces de mujeres indígenas han encontrado un andar, una forma única de poder nombrar sus problemáticas, sin perder su identidad, alejadas del feminismo hegemónico. La M.C. Marta Mercado González, Maestra en Ciencias en Desarrollo Rural, Investigadora y Docente de Luna, Escuela de Pensamiento Feminista, nos brindó esta entrevista, donde explica mucho mejor sobre el Feminismo Comunitario y Descolonial, mismo que abordará con mayores detalles en el módulo que impartirá los próximos 25 y 26 de Abril.
¿Por qué feminismo comunitario y descolonial?
Los feminismos comunitarios y descoloniales han surgido en contraposición y enérgica crítica tanto al feminismo “blanqueado”, como a la modernidad ilustrada del cual surge ese feminismo así llamado hegemónico, blanco, “universal”. Fueron, inicialmente, las voces de mujeres negras estadounidenses quienes empezaron a criticar ese feminismo. Los feminismos comunitarios y descoloniales, comparten esa crítica o tienen como antecedente esa crítica del feminismo de las mujeres negras estadounidenses, pero, se apartan de éste, más que nada, por su lugar de enunciación.
Es el Sur global desde donde se enuncian estos feminismos comunitarios y descoloniales y más concretamente desde Nuestra América, desde Abya Yala. Son las voces de mujeres racializadas, mujeres indígenas, mujeres de los suburbios, quienes dan forma a estos feminismos disidentes –comunitarios y descoloniales, populares -. Entonces, ¿por qué estos feminismos? Precisamente para dar cuenta de la diversidad de identidades que no se pueden resumir en el simple y hegemónico “mujeres”. Son realidades específicas, realidades situadas, problemáticas que parten de un análisis de la colonialidad, de la colonialidad de género, lo que da sustento a estos feminismos en los que se expresan una variedad de voces de cuerpos racializados y clasificados por un sistema que oprime y desvaloriza la producción de otros saberes. Por eso los feminismos comunitarios y descoloniales, que incluyen no solo a grupos indígenas, sino también a grupos de feminismos populares, se expresan desde sus realidades específicas en crítica y contraposición de ese feminismo blanco, pulcro, “moderno”, liberal, universalista; reivindicando sus prácticas, producción de saberes (epistemologías) y posturas filosóficas (que no cosmovisiones folklorizadas) en consonancia con la descolonización y vida comunitaria. Y por esto mismo, estos feminismos parten de realidades interseccionales, no se puede analizar solo la opresión de género, desde los feminismos disidentes, esta opresión no está para nada separada sino que es intrínseca a las opresiones por clase, etnia, edad, suburbio, sexo/género; esta mirada interseccional es, precisamente, la que les da su especificidad.
¿Qué propone el feminismo comunitario?
Básicamente el feminismo comunitario propone revisar y deconstruir desde las identidades específicas (identidades étnicas) la propia construcción identitaria atravesada por el entronque patriarcal nombrando opresiones y rebeldías, de tal forma que sea posible la emancipación de mujeres y la reconstrucción de masculinidades de sus compañeros hombres. En ese sentido, la principal propuesta de este tipo de feminismo es la despatriarcalización. El feminismo comunitario tiene su referente, como su nombre lo indica, en la vida comunitaria de pueblos originarios. Esta vida comunitaria y su producción de saberes (epistemologías) han sido largamente desvalorizados, puestos de lado por un entramado de ejes/dimensiones/dispositivos de poder que les posicionan en situaciones siempre desventajosas para la vida comunitaria. Es precisamente, reconociendo los valores comunitarios, pero también reconociendo el ‘entronque patriarcal’, que mujeres indígenas se posicionan para lograr su emancipación queriendo rescatar los elementos que la vida comunitaria les abona en ese proceso y revisando aquellos usos y costumbres que, haciendo parte del entronque patriarcal, las han colocado en posiciones de subordinación y en muchos casos de violencia exacerbada. Son procesos difíciles y continuos, trabajando a la par de la construcción de masculinidades en sus comunidades que no hagan parte de ese entronque patriarcal. Cuestión por lo más, difícil y problemática, al grado de que varias de las mujeres indígenas del feminismo comunitario han tenido que, en el mejor de los casos, imponer su identidad deconstruida y renovada ante sus comunidades, o, lo peor, teniendo que salir de éstas, pues como una mujer indígena me acaba de decir: “el peso de la cultura es muy grande”. Aún así, en los feminismos comunitarios, prevalece la acción colectivizada, de tal forma que la solución a problemáticas situadas se da, precisamente desde los valores de lo colectivo.
En México ¿Quiénes son las precursoras del feminismo comunitario?
En México podemos nombrar, y contrario a lo que siempre se escribe y se dice, que las precursoras del feminismo comunitario son mujeres indígenas en varias partes de la república que se empezaron a organizar, primero para vender a mejores precios, a precios justos sus artesanías y que a partir de un proceso de reflexión incentivado por mujeres feministas aliadas, comenzaron a analizar su ser mujer en sus comunidades. Conozco de primera mano, ya que fui parte de estas “mujeres feministas aliadas”, el proceso de organización de las mujeres Nahuas de Cuetzalan, quienes desde mediados de los años ochenta del siglo pasado comenzaron un proceso de análisis de su cultura y a la fecha han hecho grandísimos progresos en este sentido. Ellas, junto con otros grupos, por ejemplo en Sonora, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Guerrero son las precursoras del feminismo comunitario mexicano. Luego, a partir de 1994 las Zapatistas con la “ley de las mujeres” salieron a la luz y ahora son las más conocidas como precursoras del feminismo comunitario. En la guía del curso ofrezco algunas lecturas que dan cuenta de esto. Específicamente el artículo de Susana Mejía Flores, da cuenta de la experiencia de las mujeres Nahuas de Cuetzalan. Así también, desde principios de los años ochentas, en México, se formaron la Red de Promotoras y Asesoras Rurales y el grupo Comaletzin, quienes, desde y directamente con las mujeres indígenas, han venido impulsando y reuniendo a mujeres de pueblos originarios en la construcción del feminismo rural y comunitario.
¿Quiénes son tus referentes de feminismo comunitario?
Pues en México, son los grupos que acabo de nombrar en la respuesta anterior. Fui parte de esos grupos desde inicios de los ochentas, luego me ausenté del país por 20 años, pero nunca dejé de tener contacto y seguir sus procesos. Así que puedo nombrar a las integrantes de Comaletzin y muchas y variadas mujeres de la Red de Promotoras y Asesoras Rurales quienes, desde ese tiempo, han estado reuniéndose dos veces por año, sin falta para analizar e incentivar los procesos de reflexión de las mujeres de pueblos originarios. Son muchas las mujeres que han pasado por estos procesos que no podría nombrar a cada una, pero sin duda, ellas son mis principales referentes en el feminismo comunitario en México. A mi llegada al país, en abril del 2018, de inmediato me incorporé al trabajo de esas redes. Por otro lado, puedo decir que sigo mucho los escritos de Francesca Gargallo sobre los feminismos de Abya Yala. También sigo mucho los escritos de Sylvia Marcos. Sin duda de Julieta Paredes, Adriana Guzmán, María Galindo. Lorena Cabnal, Aura Cumes, Gladys Tzul-Tzul, entre otras, son referentes indispensables en el feminismo comunitario.
Según Julieta Paredes y Adriana Guzmán, el feminismo comunitario busca apartarse de lo que denominan el “colonialismo académico intelectual” ¿Qué opinas al respecto?
Sí, estoy de acuerdo. Esta ha sido una discusión fuerte y prolongada en los feminismos rurales, feminismos comunitarios. Si bien, creo que es preciso y además así lo es, la creación de la voz propia, hablar desde las realidades concretas, analizar desde la propia cultura; me parece que la formación de alianzas, momentos de articulación, con feministas aliadas, con feministas descoloniales, con los feminismos disidentes y su producción teórica es importante y fundamental para la retroalimentación y avance de los feminismos comunitarios. El análisis y la discusión entre los diferentes feminismos disidentes nunca será algo que sobre. Y en ese análisis y discusión, es preciso apuntar muy bien la ruptura y separación de ese colonialismo académico intelectual. En ese sentido, sigo mucho las voces del grupo GLEFAS (se incluyen lecturas de ellas), sobre todo a Yuderkys Espinosa y Ochy Curiel quienes no se cansan de debatir y aportar muchísimos elementos de análisis en este sentido.
Por último ¿Se aborda igual el feminismo comunitario en una ciudad, que en un pueblo originario?
No, no lo creo. Considero muy importante a los feminismos populares (se incluye una lectura de Claudia Korol muy interesante en este sentido) que hacen parte de los feminismos disidentes con los cuales es preciso estar en continuo contacto y debate. Pero, definitivamente, los feminismos comunitarios parten de los pueblos originarios. Estos pueblos mantienen una filosofía de vida propia, tienen elementos culturales ancestrales que les hacen singulares. La cuestión del cuerpo-territorio (central en los feminismos comunitarios) aún cuando se puede trabajar desde las ciudades, comporta una singularidad especial desde los pueblos originarios por su relación con la tierra, con el agua, con los recursos naturales palpables en sus comunidades, cosa que no es común en las ciudades.