Texto producido durante el módulo Feminismo y Escritura Autobiográfica | Por Monserrat Peña
Con el feminismo he aprendido que las mujeres podemos estar atravesadas por una, dos, tres o múltiples intersecciones, y ya lo creo. Yo siempre he tenido bien cerca el problema de la raza, soy morena, y a pesar de lo recorrido y lo aprendido no he logrado quitarle la carga negativa y un sentimiento de disgusto.
Mi primer recuerdo fue cuando en el kinder me eligieron princesa de la primavera y a mi mamá alguien le dijo que me habían pensado para reina “pero que era morenita”. En la escuela tenía apodos por mi color de piel, los niños pueden ser muy crueles, y en mi adultez tuve un jefe que me hacía bromas como “tu no vas porque solo aceptan blancos”.
Al mismo tiempo, me he sentido durante toda la vida atravesada por la clase. En la familia, en la escuela, con los amigos; sabía que había cosas a las que jamás podría acceder como, por ejemplo: escuelas de inglés, mejor educación, ropa, viajes, comer en McDonalds, internet en casa. Esas intersecciones y limitaciones fueron condicionantes para mi percepción de mi misma, de sentirme poca cosa, de cuestionar mi valía y de pensar en mí como una persona inferior. Las preguntas me rodean, me atormentan, me persiguen: ¿Por qué siento que no soy suficientemente buena? ¿Por qué todos son mejores que yo? ¿Y si no soy elocuente? ¿Y si todos se dan cuenta de lo que ignoro? ¿Hubiera sido diferente mi presente con un camino diferente? ¿Algún día estaré segura de mí misma?
#SomosLuna