Tessa Galeana
Una de las maneras en que las mujeres nos mantuvimos a las sombras, ha sido a través del lenguaje, ya que éste ha sido, por primacía, el lenguaje de los hombres; en muchas disciplinas, de manera cotidiana e incluso de manera institucional, nombrarnos en masculino ha sido esencial para invisibilizarnos. Incluso en el lenguaje plural está englobando a todas las personas, sin embargo, sigue sin nombrarnos.
Últimamente, la masculinidad se ha visto afectada porque nosotras hemos decidido hacernos notar, a través del lenguaje es que podemos demostrar que las mujeres existimos. En las instituciones escolares, por ejemplo, se hacen entrega de documentos oficiales en donde se señala “alumno”, haciendo uso de la “o” de manera global, como si no se pudiera utilizar “alumna”.
Pero vamos a desmenuzar un poco más el tema. Existen disciplinas en las que aún no se tiene clara la invisibilización de la mujer, como “Científico”, “Médico”, “Presidente”, “Juez”, “Ingeniero”, “chofer”, “carpintero”, entre otras, porque se tiene la creencia de que la palabra, en sí, habla por las mujeres y los hombres, pero si analizamos bien, esto solo posiciona a los hombres como los únicos y exclusivos seres en esas disciplinas.
Pero nosotras sabemos que no estamos incluidas en ese lenguaje, pues al ser una sociedad misógina, lo que menos quieren es nombrarnos y hacernos formar parte de algo. Para esto, ha sido imperante el uso de la “A”, para nombrarnos tal como debe ser, hay quienes se burlan y creen que es una rabieta de las feministas, sin embargo, ubicarnos en femenino es la forma en que nosotras hemos logrado posicionarnos en esta sociedad.
Desglosar el lenguaje para nombrar lo femenino, ha acarreado más aberración, como dije, la sociedad está plagada de misoginia y el hecho de que nosotras fomentemos la inclusión de lo femenino en el lenguaje machista, significa sublevación.
Hacer uso de la “A” en palabras como “Presidenta”, “Médica”, “Jueza”, es importante, pues no podemos seguir creyendo que la “e” o la “o” nos hagan notarnos. Las feministas apostamos por el lenguaje verdaderamente inclusivo, que se nombre a las mujeres, sin que se nos recrimine porque se considera incorrecto hacer uso de palabras en femenino, para las que consideran que no lo tienen y sí, en efecto, hay palabras que no lo tienen, pues recordemos que la RAE está compuesta por hombres y ellos con su privilegio y supremacía, se sienten con el derecho de decir lo que está bien y lo que está mal escrito, sobre todo cuando se trata de hablar en femenino, por supuesto es de esperarse, que muchas palabras fueron pensadas exclusivas para los hombres, de esta manera, el lenguaje posicionó mucho mejor a los hombres que a las mujeres.
Sin embargo, desde el movimiento feminista, es que se ha podido hacer ese desglose, podemos nombrar a las niñas y niños, las mujeres y hombres, decir ellas y ellos, todas y todos. Y es que cuando se trata de estar frente a un grupo de personas, es válido decir “nosotros”, dejándonos en las sombras, pero si decimos “nosotras” y se encuentran hombres dentro de ese grupo, ellos se sienten ofendidos al hacer uso de la palabra en femenino.
Parece algo tan superficial, sin embargo, las herramientas que usa el patriarcado para mantener la manipulación sobre nuestra existencia, son visibilizadas por nosotras ¿Por qué hemos de decir cuerpo, si tenemos una cuerpa? Podemos desglosar el lenguaje, porque es una manera de generar nuestras propias identidades. Creemos que desde el lenguaje podemos reivindicarnos, re-apropiarnos y re-significar lo que somos.
Por eso, no dudamos en decir: amorA, corazonA, mundA, cariñA… porque nosotras merecemos ser nombradas, no olvidadas.