No hay marcha atrás
Con el corazón abierto nos encontramos en la mirada de la otra. La confianza que en pocas horas se impregnó en nuestra alma ahora emana un entendimiento mutuo; lazos invisibles e inquebrantables. En el espacio recientemente creado nos sentimos con la libertad de salir de los dogmas, con la libertad de aprender desde nuestras propias experiencias para transformarlas y entenderlas a través del conocimiento ancestral del género femenino. Es así como nos permitimos a nosotras mismas vivir el feminismo desde una nueva perspectiva fundamentada con la adopción de un pensamiento más crítico. Los ecos de nuestras abuelas, de todas las mujeres que de alguna manera u otra se han unido a esta lucha y han sido calladas, resuenan en nuestras almas, se transforman en nuestros argumentos y adoptan una nueva voz; nuestra voz. Nuestro impulso por aprender la historia del feminismo, por analizar sus variadas ramas e identificar nuestras posiciones en el movimiento, nos diversifica y eventualmente se transforma en ésta pasión por generar un cambio por nosotras y para nosotras. En pocas horas tenemos la certeza de que no estamos solas, somos muchas las mujeres que estamos dispuestas a producir un nuevo discurso que rechace las generalizaciones, las etiquetas y la imposición de expectativas absurdas hechas para complacer al hombre. Abrimos los brazos ante la fuerte marea que se aproxima, nos empapamos las manos con las diferentes olas del feminismo y sus enseñanzas, alzamos los puños en alto; no hay marcha atrás.