Introducción al Feminismo:
La genealogía de las mujeres
La historia del mundo ha sido entendida desde el hombre, basta con revisar cada libro de historia, cada programa educativo para darnos cuenta que, quien se jacta de ser vencedor de todas las batallas son ellos; en cambio las mujeres hemos sido siempre las vencidas. A nosotras nos han sacado en silencio, negándonos en los libros, han limpiado a cada uno de los personajes femeninos de cada una de las batallas, nos relatan como las locas, las impuras, las pecadoras, las malditas; nos han borrado de su discurso de desarrollo y avance, de las ciencias, de las artes, de la economía, de la vida pública, nos han borrado de nuestras propias vidas.
Así pues, con el paso del tiempo también nos hemos dado voz para contar nuestra propia historia, desde el feminismo nos permitimos mirar a través de otras, y con ello podemos definirnos respecto a nosotras mismas. En nosotras habitan más de 3 siglos de lucha, de reivindicación de derechos; tras el siglo de las luces – Siglo XVIII – a través de las palabras de Mary Wollstonecarft y Olimpia de Gouges, pedíamos ser parte de la vida pública, “el derecho de subir a la tribuna” a cambio fuimos quemadas, guillotinadas.
La primera ola nació tras las batallas de los derechos del ciudadano y del hombre, todos nacen libres e iguales ante la ley pero, ¿por qué las mujeres no somos ciudadanas ni actoras de la democracia? Las mujeres empezamos a cuestionarnos nuestros derechos a la educación, al trabajo, los derechos de matrimonio y el voto. La segunda ola llegó a mediados del Siglo XIX, reencarnamos de las hermanas sufragistas, muchas de las cuales dieron su vida en esta lucha. De las mujeres “raras”, de las obreras, de la ancestra Alejandra Kollontai, de Emma Goldman; nos leímos en las letras de Simone de Beauvoir cuando dio respuesta a la pregunta “¿Qué significa ser mujer?” y nos dimos cuenta de lo que significaba ser extranjera en tu propio cuerpo.
En la década de los 70’s, tras los movimientos estudiantiles y el auge de la contracultura, llega la tercera ola cargando sobre las mujeres el peso de lo que significó el fin de la Segunda Guerra Mundial. Sombra que vivimos a través de Betty Friedan y “La mística de la feminidad”, con ella llegó el feminismo radical, aflorando en la pluma de Kate Millet y Shulamith Firestone, nombres importantes en esta rama; así como el feminismo de la diferencia donde los nombres que destacan son los de Luce Irigaray, Annie Leclerc y Hélène Cixous, cuyas ideas insistían en la creación de un saber femenino.
Finalmente, nos encontramos en la cuarta ola, el mundo que habitamos no ha dejado de ser peligroso y complejo. Me atrevo a decir que en cambio vivimos en un mundo cada vez más complejo y en un contexto de crisis provocada por el capitalismo heteropatriarcal; no hay bienestar económico ni prosperidad social, las desigualdades aumentan, la riqueza se concentra en unos cuantos, los derechos -nuestros derechos- se cuestionan, y en medio de todo esto: El feminismo avanza, el ciberactivismo ayuda, la incidencia desde cada de nuestros espacios reclama nuestro lugar en el mundo, nos conectamos con toda la historia nuestra y gritamos ¡dejen de matarnos, dejen de violarnos! ¡dejen de decidir sobre nuestros cuerpos!
Y nos reconocemos en la mujer de al lado, en nuestra amiga, en nuestra maestra, en nuestra hermana, en todas ellas que salen y gritan, que salen y escriben sus memorias, que salen y rompen cosas, en todas. Y reconozco que en mi habitan las ancestras, en mi habitan mis abuelas, mi madre, quienes con su ternura y saberes hicieron resistencia en estas tierras, reconozco la genealogía del Abya Yala, a las mujeres poderosas chamanas, curanderas, quienes me enseñaron la ternura de la madre tierra, sus raíces y sus plantas.
Y hoy aprendemos todas a habitarnos desde el feminismo, y desde nuestro cuerpo.
Y creamos nuestros propios espacios, nuestras propias letras, nuestros libros y nuestros programas educativos. Así arrancamos el primer módulo de la Tercera Generación del Programa de Estudios Feministas en LUNA compartiendo sentires, compartiendo la virtualidad y recordando nuestra genealogía.