Por Tessa Galeana
La violencia está presente en la vida de niñas, niños, mujeres jóvenes, adultas, de la tercera edad, conformamos un grupo vulnerable, se nos exige mantener ciertas normas y reglas, de lo contrario no somos merecedoras de comprensión y justicia.
Sin embargo, lo que nos hace feministas además de gritar esas violencias, es accionar para lograr erradicarlas, nosotras somos quienes necesitamos llevar lo personal a lo político. Lo que nos identifica con el feminismo es politizar nuestras exigencias, el respeto a nuestros derechos ante un Estado que se niega a darnos ese privilegio.

Desde el hogar, hasta la escuela, desde el trabajo, hasta las calles, buscamos el nombramiento de aquello que nos somete, de aquello que se nos impone, que nos criminaliza sin sentido, que nos asesina. Lo que nos hace feministas no es una moda, un corte, una forma de hablar, lo que nos hace feministas es la digna rabia de ver tantas injusticias de un Estado machista y protector de agresores, es mirar a los ojos de las otras, cuando caminamos por la calle solas, con miedo, saber que no contamos con la ayuda de los servidores públicos, a los que llaman policías, que no nos creerán porque sus lógicas son demasiado patriarcales y que también ejercerán violencia contra nosotras, porque el uniforme les da una posición de poder.
Las mujeres no estamos seguras en ningún sitio, con medio país implementando la alerta de género, 10 mujeres mueren cada día a manos de un hombre; las denuncias por violaciones sexuales aumentaron en un 20%, sabiendo que no es una cifra tan real, pues hay quienes no logran denunciar, por miedo, por la revictimización a la que nos enfrentamos en las instituciones y la sociedad civil.
Amas de casa sometidas, golpeadas, vejadas por los maridos, a quienes defiende el Estado, como si se tratase de esclavas pertenecientes a ellos. Niñas y jóvenes siendo secuestradas, privadas no solo de su libertad, sino también de su derecho a decidir para trabajos sexuales con hombres blancos, con poder adquisitivo.
Además de esto, las mujeres seguimos intentando que la brecha salarial disminuya y la equidad laboral sea una realidad, que nosotras no tengamos que seguir demostrando que sí somos capaces, que se nos siga poniendo en una posición de competencia con el varón.
¿Qué nos hace feministas? Cómo podemos seguir viviendo en un mundo que nos odia, al que no le interesamos, que nos vende como carne de cañón. Lo que nos hace feministas es enfrentarnos día a día a las violencias, reconocer que no somos objetos, no somos seres inferiores, que podemos decidir sobre nuestros cuerpos.
El feminismo ha salvado la vida de muchas, porque nos encontramos unas a otras en espacios, sean virtuales o físicos, encontramos a la vecina, a la jefa, a la compañera de escuela, porque entre nosotras necesitamos reconocernos para intentar cuidarnos, reconocernos, entendernos, creernos. Porque no importa que no te nombres feminista, si estás en contra de las injusticias que nos hacen cada vez más vulnerables, entonces, eso te hace feminista sin nombrarlo.
Alzar la voz, exigir, resistir, resilir, eso nos hace feministas, preocuparnos por las de al lado, porque cuando entendemos que formamos parte del grupo oprimido, sabemos que no somos competencia, que somos hermanas elegidas. Cuando incides en espacios con otras mujeres, donde parece que solo los hombres tienen cabida, eso te hace feminista. Cuando contienes a una compañera que está pasando por una situación difícil, eso te hace feminista. Cuando entiendes que el hombre tiene privilegios y tú no, ante las instituciones, eso te hace feminista. Cuando le crees a una completa desconocida y aportas algo para que se visibilice la violencia hacia ella, eso te hace feminista.

Cómo podemos no ser feministas, si el feminismo es luchar por nuestros derechos, que históricamente nos han sido pisoteados. No dejes que te engañen, el feminismo no es violencia, nosotras no queremos asesinar, ni someter, solo queremos que nos permitan vivir, que nos permitan tomar las riendas de nuestra vida, que dejen de decirnos que el único lugar en donde servimos es en la cocina, que nos hagan creer que la maternidad es una obligación, que dejen de limitar nuestras creatividades, pensares y sentires, que la impartición de justicia sea real para nosotras.
El cómo lo hacemos, es meramente la reacción ante tantas injusticias masculinas y que tanto allanan nuestros cuerpos y almas, es nuestro derecho a hacer una marcha, gritar, exigir, buscar los medios para ser escuchadas, encontrar el apoyo en otras. Lo que nos hace feministas es recibir tantas laceraciones físicas, psicológicas, sexuales y económicas. Y a nosotras sí nos importan nuestros cuerpos y nuestras vidas.