Entrevista por Tessa Galeana
El movimiento feminista tiene su particularidad y para poder dilucidar el tema, es necesario abordarlo con las directrices que nos llevan a entenderlo y, sobre todo, reconocerlo como un movimiento importante para las mujeres en estos tiempos.
Este fin de semana, se llevará a cabo, el octavo módulo del Programa de Estudios Feministas en LunaEPF, en el que Arussi Unda, abordará “Los retos que se enfrentan desde el feminismo y sus rutas de acción”.

A continuación te dejo esta entrevista a Arussi Unda, que sirve como preámbulo para su módulo.
¿Cuál es la situación actual del movimiento feminista en México?
Veo al movimiento sacando fuerzas de donde ya no hay, veo a mujeres deprimidas y cansadas pero en resistencia. No quiero romantizar esto, pues me parece grave y poco se habla de las repercusiones de comprometerse en esta lucha. Veo organización, pero con rumbos difusos; veo propuestas valiosas con herramientas y recursos limitados para sostenerlas; veo que las redes de mujeres se expanden entre la polarización interna; veo esfuerzos titánicos para generar pequeños cambios navegando en mares de incertidumbre y desasosiego. Violencia, censura, miedo, fuerza, tristeza, cansancio. Corazones rotos juntando sus pedazos una y otra vez para seguir dando batalla, muchas sin saber a ciencia cierta cuál es. Los puntos prioritarios cambian todos los días, nos distrae del fondo del problema las urgencias que surgen del mismo. El movimiento feminista se ha vuelto una sala de emergencias, caótico y que atiende lo que vaya surgiendo.
¿La agenda feminista está avanzando en México?
No quiero parecer pesimista, pero no. Los esfuerzos ahí están, las iniciativas y el trabajo existen, pero no creo que haya victorias sustanciales aún. Lo que sí percibo es la amenaza de retrocesos importantes que están pasando de largo. No podemos celebrar leyes como la Olimpia o la Ingrid mientras no haya procesados, no podemos celebrar la paridad en los congresos mientras no haya despenalización del aborto, no podemos celebrar penas más duras para crímenes de odio contra las mujeres si existe 98% de impunidad en este país. No podemos caer en estos espejismos, debemos ser realistas, cada vez recortan más presupuestos, los grupos conservadores cada vez tienen más fuerza, muchos agresores están en puestos de poder, cada día asesinan a once mujeres, buscan enjaretarnos la explotación reproductiva desde la Suprema Corte, el lobby proxeneta avanza y por lo que se preocupan es de llamarnos “personas menstruantes”.
¿Cuál es el mayor reto como feministas?
Tenemos muchos, entre el patriarcado conservador y el neoliberal, estamos a manos llenas en un país sumido en la misoginia y el machismo. El mayor reto será, aún con el plato lleno, seguir tratando de desmenuzar la raíz. Resistir a la violencia de los hombres nos mantiene ocupadas y distraídas y eso no nos hace llegar al fondo. Nos enfrasca en discusiones que no tienen sentido, que si “no todos los hombres”, que si “hay que ser inclusivas”, que si “el perreo es empoderante”, “cómo amarlos desde el feminismo” hasta cómo defendernos de ellos. Poniéndolos al centro de alguna forma u otra, mientras el núcleo sigue intacto.
¿Ser feministas es benéfico para nosotras?
Sí, aunque a veces se sienta como si no. Podemos ponerle palabras a las violencias que nos atraviesan, podemos ver los focos rojos, priorizarnos, perdonarnos, mejorar nuestras relaciones con nosotras mismas y otras mujeres. Lo más importante, empezamos a vernos desde lo colectivo dejando atrás lo individual, y solo así se generan los cambios que necesitamos para lograr nuestra emancipación. Esta no llegará de otra forma, y parafraseando a Audre Lorde, no habrá mujer libre hasta que todas lo seamos. Busquemos liberación y no empoderamiento.
¿El feminismo en México tiene fisuras que necesitan visibilizarse y nombrarse?
Sí, y no solo me refiero a la obviedad del resultado de “los muchos feminismos” que se enfrentan y dividen, sino también desde las mismas posturas políticas. La dificultad de avanzar juntas y ver el bien mayor, cómo seguimos replicando la misma mecánica patriarcal instaurada en nosotras de que con los hombres es “a pesar de” y con las mujeres es “hasta que”. Cómo llevamos al movimiento el rol de madre y esposa abnegadas, que trabaja de manera no remunerada, encargada de servir a todas menos a una misma con la exigencia de perfección, de la disponibilidad eterna. Seguimos evitando confrontaciones en vez de reconocer que las habrá y que debemos saber cómo hacerlas y recibirlas sin crear personajes de tiranas y víctimas. Dejar de ver el feminismo como un club de amigas y empezar a vivirlo como el movimiento social y político más importante de los últimos siglos y de la actualidad, perderle el miedo al debate, al cuestionamiento y a la crítica, y no permitir que tergiversen estos tres conceptos para abonar a la enemistad histórica entre mujeres. Saber identificar cuando es así.
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