Por Tessa Galeana
Lágrimas de una madre abrazando la foto de su hija víctima de feminicidio, imagen desgarradora y tremendamente dolorosa, pero a la sociedad le importan más los monumentos, las paredes rayadas con aerosol. Sí, una vez más, las “feminazis” son quienes son el foco de atención y son víctimas de persecución policial, porque la sangre que se derrama no conduele, al fin que ya están acostumbradas y acostumbrados a ver sangre y cuerpos tirados por doquier.

La violencia está mal entendida, porque siempre importa más el inmueble que la vida de una mujer asesinada, de una niña violada y torturada hasta la muerte, de un niño sufriendo violación, de una adolescente drogada y abusada sexualmente. A las mujeres nos pueden maltratar, pero por favor, a las paredes no, porque son parte de la imagen social, de esa que se maquilla en los medios de comunicación, que se enaltece como si de verdad hubiera algo que enaltecer.
Y es que hay maneras de protestar, sí, porque poner el cuerpo ya no es suficiente; se protesta de una forma, no con rabia e indignación, es que para todo hay modos ¿cómo se le dice a una madre que diariamente sufre por la muerte violenta de su hija? ¿Cómo pueden dormir cada noche? ¿Comen? ¿Descansan? ¿Viven?
No, ellas mismas dicen que están muertas en vida, sus lágrimas, sus voces, sus cuerpos desgastados por el ajetreo, por el sufrimiento. No, tampoco duermen, porque sueñan con sus hijas sufriendo, porque no saben cómo pasaron sus últimos momentos, por si imploraron piedad por su vida, porque están en una fría tumba y ya nada les regresará a sus hijas, no volverán a sentir el calor de sus abrazos, ni mirarán las sonrisas que un día les regalaron.

Pero claro, hay que ser educadas para denunciar, ser “las buenas víctimas”, ser recatadas. Dicen que somos violentas, que somos “feminazis”, locas, desquiciadas; claro que sí lo estamos, lo somos, porque así es como nos han vuelto, porque el miedo ya no es tampoco la opción, hemos perdido el miedo a pintar una pared, a romper un vidrio, a maltratar un monumento, son objetos, cosas inertes que no tienen vida, que se pueden recuperar, reparar, nuestras vidas no. Ojalá que fuéramos renovables, recuperables, tal vez, así no nos importaría ser asesinadas y ser vistas como nada.
Hombres burlándose en redes, ridiculizando el movimiento feminista en México, porque saben sus privilegios, comportándose como vil mediocres y energúmenos que son. Nos dicen violentas, cuando nosotras somos las que estamos muriendo a manos de ellos.
Existimos, somos humanas con el corazón destrozado, con el alma dolida, hecha pedazos por nuestras hermanas, nuestras niñas, nuestros niños que merecían una vida y que se las arrebataron como si fueran muñecas y muñecos inservibles. Hasta este momento 2.833 mujeres han sido asesinadas en México, pero calma sus monumentos se van a restaurar, que no les invada el pánico.
A una mujer la pueden asesinar a golpes, con un arma de fuego, con una navaja, con piedras, con una soga, con las manos, pueden desmembrarla, tirarla a la basura, al río, al caño, en un despeñadero, en una calle, en un paraje; enterrarla en el patio de una casa, en un baldío, puede morir de la manera más sádica, horrible, con saña, con odio. A una mujer le cargan la culpa de su muerte, de su violación, del acoso, porque la misoginia es lo que mueve al hombre y a algunas mujeres, ese odio tan naturalizado que no se nombra, pero que existe.

Pero eso, eso no es violencia, es la cotidianidad, romper vidrios y pintar paredes es vandalismo, es incorrecto, es de personas dementes ¿alguna vez se han preguntado por qué importa más lo material? Porque lo material representa poder, dinero, control y así es como nos quieren a nosotras, controladas, sumisas, correctas, sonriendo por unos cuantos pesos, como si la justicia económica y la consideración para con nosotras existiera. El Estado, astutamente, coloca a mujeres policías y funcionarias de gobierno, quienes sirven como maquillaje para mostrar un lado que no tienen, respeto por nosotras y nuestras luchas.
Es cierto lo que dicen, si tus familiares se quejan de las formas de protestar de las compañeras feministas, entonces, sabes que no tienen una pizca de interés en cuidarte y protegerte, que si algo te llega a pasar, no moverán un dedo por ti, que te culparán siempre que te suceda algo, que si te asesinan dirán que te lo buscaste, porque prefieren la preservación de un inmueble que tu vida. Así que es mejor elegir a tus hermanas y conservar esas redes entre mujeres feministas, porque nosotras, sí que estamos en pos de quemarlo todo, porque ya estamos cansadas, hartas de que se nos vea como bichos que necesitan ser aplastados.
Pero seguiremos gritando, rompiendo y exigiendo justicia para nuestras hermanas asesinadas, porque la tibieza y la paz no pueden existir mientras estemos siendo expuestas, conmiserando a los verdaderos agresores, que ellos sí ejercen violencia y es irreparable, son ellos quienes merecen toda la crítica, las burlas, persecución y argumentos deleznables, no nosotras. Ahora que estamos juntas, ahora sí que nos ven ¿cierto? Pero sigan sin preocuparse, que por mucho que las “feminazis” rayemos, rompamos, quememos, los monumentos ahí están, listos para ser maltratados y recuperados las veces que quieran.
